sábado, 28 de octubre de 2017

domingo, 11 de junio de 2017

Hastío en la inmensa tristeza: R.Zaragoza 1 - Tenerife 2



La ola irónica y la tímida bronca al final a los jugadores mostraron que la grada está sobre todo harta.

Una derrota más, la séptima en casa, la decimosexta del curso, fue el triste epílogo liguero del Zaragoza. El Tenerife, exponiendo lo justo, se llevó el triunfo en un partido marcado por el fuerte calor, sin apenas ritmo y en el que el Zaragoza se limitó a cumplir el expediente, con unas ganas terribles de que el curso acabara, aunque quizá mereció empatar en la segunda parte.
El partido dejó pocas cosas para recordar. La buena pinta de Lasure en el lateral izquierdo, el talento de Cani en un par de detalles, las maneras de Raí en el área, aunque le faltara definición, la irrupción de Raúl Guti en la segunda parte, con un buen gol incluido, las ganas de Samaras en su despedida y poco más. El Tenerife fue mejor en la primera mitad y se amparó en las paradas de Falcón y en la falta de acierto zaragocista para que el epílogo del curso en La Romareda tuviera tan mal sabor como la inmensa mayoría de la temporada.

La Romareda abroncó a sus jugadores al final del partido y durante los 90 minutos se escucharon pitos, algunos cánticos contra los futbolistas, contra la directiva, con Cuartero, director general, como mayor diana, aunque en un campo con poco más de 11.500 espectadores y con un enfado de la grada tras la terrible temporada vivida que fue, como lo definió César Láinez, como «un sidral» por lo tímido y escaso. El técnico, artífice de que la temporada no acabara en una tragedia mayor en Segunda B, recuerda broncas mucho mayores de una afición que vive ya entre la tristeza y el hastío el peor momento de su equipo en los últimos casi 70 años.
Desde finales de los cuarenta no se recuerda a un Zaragoza peor. El zaragocismo mira al césped y solo ve mediocridad, mal fútbol y una realidad que empeora año a año. Si el Numancia suma hoy, la clasificación reflejará la decimoséptima posición en Segunda para un Zaragoza triste y apagado, impropio de lo que su historia y su gente reflejan. El proyecto deportivo, el que ahora encabeza Lalo Arantegui en los despachos y Natxo González en el banquillo, tiene que aprender de los muchos errores cometidos en una temporada para olvidar.
Ese hastío provocó que La Romareda no se expresara de forma mayoritaria ni contra su equipo ni contra sus dirigentes. Las mayores voces críticas llegaron desde el Fondo Norte, rara vez secundadas por el resto de la grada durante el partido y con el paso de los minutos, sobre todo en la segunda parte, apenas ya se escucharon, una evidencia más de ese cansancio que provoca la inmensa tristeza de esta situación.
Queda dicho que hubo cánticos de la grada contra los jugadores y contra la directiva de la SAD, en este caso en menor número. En el palco, además de Cuartero, el más aludido, también estaban el presidente, Christian Lapetra, y los consejeros Carlos Iribarren y Fernando Rodrigo.
MALOS EJEMPLOS / Con todo, la mejor demostracón del hartazgo de la gente llegó al final de la primera parte, con una ola que pasó de minoritaria a mayoritaria al grito de «campeones, campeones», La ironía, o si se quiere la guasa, es en muchas ocasiones el mayor ejemplo de la desilusión. En esta ocasión también lo fue.
Con todo, algunos futbolistas se llevaron una buena ración de pitos. José Enrique e Isaac fueron de los más silbados cuando se anunciaron las alineaciones, con aplausos para los canteranos, para Cani y para Zapater. También Samaras recibió silbidos al saltar en la segunda parte, aunque después los convirtió en algunos aplausos por sus ganas. Una vez acabado el partido, la bronca con algunos pañuelos fue para todos, con Zapater pidiendo a sus compañeros que permanecieran en el césped. Ahí se quedaron Lasure, Raí o Guti, que nada tienen que ver con este negro curso. ¿Quién no se quedó? José Enrique se fue a la carrera e Isaac tardó poco. Malos ejemplos, sin duda.
LA IMAGEN DE CANI / Con la Romareda ya vacía, Cani tomó a Inés y a Diego, sus pequeños, y se acercó a jugar con ellos en una portería mientras varios fotógrafos inmortalizaban un momento con sabor a despedida. Ese adiós, que medita el de Torrero, es la enésima mala noticia para una afición harta de estar harta.

FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

lunes, 5 de junio de 2017

La meta más triste: Girona 0 - R.Zaragoza 0

El Zaragoza se salva y el Girona sube tras un simulacro de partido donde ninguno de los dos equipos quiso ganar.


El Real Zaragoza seguirá una temporada más en Segunda, la quinta consecutiva. Esa meta tan triste la terminó de conquistar en Montilivi con un empate que también necesitaba el Girona para lograr su primer ascenso a la élite, que celebró sobre el césped ese éxito mientras el equipo zaragocista era un convidado de piedra tras un partido que fue lo esperado, un pacto de no agresión entre dos equipos que necesitaban empatar y lo hicieron, sin ni siquiera esforzarse en disimular sus intenciones. Ni un disparo a puerta, ni una acción de peligro, ni una mínima intención ofensiva. Nada. El encuentro no existió, fue un simulacro con el objetivo de que los minutos fueran pasando mientras la grada de Montilivi vivía la fiesta en aumento y el zaragocismo incrementaba sus ganas de sentir vergüenza, una sensación repetida no pocas veces en la historia reciente.
Esa sensación de bochorno se mezcla en el zaragocismo con la de alivio, porque la temporada, a mediados de marzo, apuntaba a tragedia, cuando Raúl Agné pilotaba un equipo que iba cuesta abajo y sin frenos hacia la Segunda B ante el inmovilismo de la entidad, que esperaba a acabar la Liga como fuera para que llegara la era de Natxo González, que ahora, una vez consumada la permanencia en la categoría de plata, va a comenzar.
César Láinez supo frenar la caída, regatear al descenso y que la temporada, tan terrible, tan gris, tan agónica, no derivara en trágica, en el último episodio hacia la desaparición. Por ahí, por el regate a ese desenlace, por la posibilidad de empezar un nuevo proyecto que, de una vez por todas, tenga los elementos necesarios para subir a Primera, para colocar al Zaragoza de nuevo donde merece, hay que ver el punto logrado en Montilivi, en una jornada donde Mallorca y Elche se fueron a Segunda B y donde ganaron Nástic y Alcorcón. Menos mal que el Girona solo necesitaba ese empate. Si hubiera tenido que ganar, el Zaragoza tiene pinta de que habría llegado al epílogo liguero con los deberes sin hacer, con ese punto aún por lograr.
Para la buena salud del zaragocismo, para que su corazón no sufra más y para que Láinez pueda descansar tras el trabajo hecho, el Girona solo necesitaba empatar y tenía preparada la fiesta, que vio aguada en anteriores ocasiones y que esta vez no estaba dispuesto a dejar escapar. Así que el partido fue desde que Arcediano Monescillo pitó el inicio un claro pacto de no agresión, un choque en el que ninguno de los dos buscó la victoria.
SIN SORPRESAS / Ya lo había anticipado Pablo Machín el viernes. Lo más lógico, el sentido común, es que, si dos equipos necesitan empatar, lo acaban haciendo. Y desde el pitido inicial se supo el desenlace. El Girona y el Zaragoza, con la única novedad de Cani en el once, empezaron a acumular largas posesiones sin ninguna intención de mirar a la portería rival y con algunos momentos cercanos a la hilaridad.
Un remate desviado y lejano de Lanzarote casi recriminado por la grada, un tiro para no marcar de Marcelo Silva mientras Samaras sonreía en el banquillo, un despeje de Fran Sandaza en una falta cercana del Girona, multitud de pases horizontales o de contras frenadas... Y Montilivi jaleaba a los suyos, que veían cumplido por fin el sueño de Primera División mientras el zaragocismo no sabía si sentir pena, rabia, alivio o bochorno. O todo a la vez. Ayer, hace justo un año, en Palamós, el Llagostera le hizo seis a un Zaragoza que buscaba entrar en promoción de ascenso. Esta vez, no hubo ninguna humillación y sí la conquista de una tristísima meta que no alivia el sentimiento de pena de cualquier zaragocista, hastiado de la durísima realidad de los últimos años.
Nada cambió en la segunda parte, donde aún más si cabe el Zaragoza y el Girona aumentaron la idea de que bajo ningún concepto había que amenazar las porterías de Bono y de Ratón, que podían haber sido dos espectadores más. El primer córner del partido llegó, por un error de José Enrique, cuando el reloj se acercaba al minuto 70. Casi nada...
Láinez movió el banquillo para que salieran Xumetra, exjugador del Girona y más ovacionado ayer que en todo el curso en La Romareda, Valentín y Edu García. Samaras siguió sonriendo en su trono y Machín agotó sus cambios (Cifu, Sanchón y Richi). Los minutos caían con lentitud. El Zaragoza quería dar carpetazo a tan nefasto año sin esperar al epílogo ante el Tenerife y el Girona deseaba celebrar su ascenso. Y el reloj, a paso de tortuga.
Llegó el descuento, con el banquillo del Girona ya desatado y saltando y con el colegiado con una mueca de sonrisa. Arribó el final del partido que no se jugó y la meta más triste para este Zaragoza ya en su nuevo día uno. A ver si a la quinta va la vencida...
FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

lunes, 29 de mayo de 2017

El suplicio insoportable sin final: R.Zaragoza 1 - Rayo Vallecano 1

El Zaragoza, gris y miedoso, deja escapar otra ventaja ante un Rayo Vallecano superior y no sella la permanencia.


Otra vez, otra ventaja perdida, otros puntos por el sumidero en los últimos instantes cuando estaban casi en el bolsillo. El Zaragoza ha convertido en un terrible día de la marmota su temporada, un curso espantoso que cualquier zaragocista de bien solo desea que llegue a su final. Sin embargo, no logra este equipo miedoso y con tan poca alma ponerle el broche. Ayer lo tenía ya colocado, pero otra vez salieron a la luz sus miserias tras un partido donde el Rayo Vallecano fue mejor y tuvo más ocasiones y al final llegó un empate en una jugada que refleja a la perfección, con el gol sobre la bocina de Embarba, la pobreza de este equipo, despedido con una sonora pitada por su gente, que miró al palco en sus protestas.
El zaragocismo ha hecho un máster de paciencia, pero todo tiene un límite y esta vez expresó su enfado por ver a los suyos mendigando una permanencia en Segunda. Y ojo que es mucho aguantar cuando además el equipo se empeña en darle esta colección de disgustos sobre la bocina, cuando más duelen. Tiene la salvación casi cerrada, con 5 puntos de renta cuando restan 6. El Girona necesita un punto y al Zaragoza le vale con lo mismo. Parece fácil saber el desenlace. El problema es que ni para salvarse va a ser digno este Zaragoza.
Seguirá en Segunda, pero lo hará más por deméritos de los rivales que por los méritos propios, entre los que no está, sin duda, la capacidad para manejar las ventajas en el marcador. Hasta 27 puntos ha perdido en los 12 partidos que se puso por delante y no supo mantener la distancia, una barbaridad que refleja la pobreza de espíritu y la inconsistencia de un equipo al que César Láinez pudo levantar cuando iba rumbo a Segunda B, pero que con el paso de las semanas ha vuelto a mostrar su colección de miserias. Tres puntos de los últimos quince es la muestra evidente.
Ya se sabía que el calor iba a marcar el partido y el césped seco introdujo más problemas para un Zaragoza que continuó la línea de pobreza con el balón que ya mostró en Oviedo. El Rayo no tardó en dominar la medular y empezó a percutir por la banda de Álex Moreno y Ebert, donde Lanzarote no ayudaba lo necesario al siempre vulnerable Isaac.
Era un Zaragoza de escasa intensidad, con una presión desacompasada que hacia que el Rayo tocara cómodo, con Fran Beltrán, Jordi y Baena llevando la manija y con Ebert y sobre todo Embarba como amenazas junto al siempre incómodo Manucho. Dos remates de Embarba, uno al larguero, ambos a envío de Ebert y otro aviso de Manucho empezaron a desesperar a la grada, que veía a un Zaragoza impreciso y sin un ápice de capacidad en el medio para controlar el choque más allá de una intentona lejana y peligrosa de Pombo.
GOL AISLADO / Pero, cuando peor estaba el Zaragoza, se encontró con el gol, en una jugada de Isaac que Lanzarote convirtió en asistencia a Pombo, que no dudó a bocajarro para marcar en el minuto 22. Otra buena llegada por ese carril derecho puso el punto y final al peligro de los de Láinez, que suspiraban de alivio por la mala puntería del rival. Ebert tuvo dos ocasiones y Embarba rozó el gol con otro remate al palo para que al descanso la ventaja tuviera un cierto sabor ficticio.
Tras el intermedio, Láinez buscó más fortaleza atrás con Feltscher, también por el golpe de calor que sufrió Isaac. Sin embargo, Embarba, que ahora entraba por ese carril del venezolano, empezó asustando en dos remates que llevaron al técnico a apostar por Xumetra ante el cabreo de Lanzarote y de la grada.
Se la jugó Míchel con Javi Guerra para jugar con dos puntas y rozó el gol Edu Bedia en un gran remate de chilena. El Zaragoza seguía sin dominar ni un solo instante el duelo y no lograba sacar al Rayo lejos del área de Ratón, cuyo despeje en un córner casi propicia el gol de Baena.
Con Edu García por Edu Bedia para buscar más velocidad, la que tampoco tiene el habitualmente desafortunado Xumetra, el Zaragoza se plantó en el último cuarto de hora lleno de miedo y el Rayo se la jugó con la entrada de Cristaldo para cerrar con solo tres en la zaga. Manucho, una pesadilla por alto, aumentaba su colección de remates fallidos mientras el zaragocismo no veía la hora del final. Ángel, más desaparecido que de costumbre, no acertó en un remate que desvió Amaya y el Zaragoza dejó de nuevo para la recta final el circo.
Llegaron la colección de dudas y miedos, el balón quemando, la mala presión de Xumetra y el terrible despeje de Feltscher para que Lass asistiera a Embarba, que hizo justicia a los méritos rayistas y que clavó el enésimo puñal a una Romareda que explotó contra su equipo porque esta temporada es un suplicio de dimensiones estratosféricas.
FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

domingo, 21 de mayo de 2017

Ratón contra todo: Oviedo 0 - R.Zaragoza 0



El meta acaba expulsado de forma injusta tras dar un punto vital en Oviedo con sus paradas en un terrible partido.

El Real Zaragoza dio un paso hacia la salvación en Oviedo, en un partido terrible, flojísimo, pero que acerca el objetivo de la permanencia, ya muy próxima con cinco puntos de renta cuando quedan nueve por jugarse. Quizá no sea necesario sumar más puntos, aunque el objetivo es un triunfo más. Esa fue la mejor lectura del duelo en el Carlos Tartiere, donde Ratón fue el auténtico salvavidas del equipo con sus paradas y que, en su guerra casi en solitario, también acabó lidiando con el colegiado, con una expulsión inverosímil que será recurrida por el club. El Zaragoza quiso perder todo el tiempo en el tramo final y Ratón pagó el exceso de celo del árbitro después de un partido donde cumplió a rajatabla la máxima de César Láinez de que los porteros deben dar puntos. En el Tartiere dio uno.
Poco más se puede decir del partido que perpetró el Zaragoza, uno de esos encuentros donde es mejor mirar solo al resultado, pensar en que se dio otro paso y que ya queda menos para que esta horripilante temporada acabe. Todo sea por lograr esa permanencia que permita evitar un descenso que es una invitación a la desaparición, pero de verdad que el zaragocismo no se merece ni de lejos un partido tan vulgar, una temporada tan mediocre, una época reciente con tantas malas noticias y tan escasas alegrías. Por no decir ninguna.

El Real Zaragoza, que ya acumula cuatro jornadas sin ganar y dos puntos de 12 para que se haya diluido el efecto de la llegada de Láinez, solo duró un cuarto de hora con una propuesta algo decente. Con Cani y Xumetra en las alas y con el retorno de Isaac al lateral, el equipo salió bien posicionado y presionando arriba al Oviedo. Eso sí, la luz se le apagaba en los momentos decisivos, en la línea de tres cuartos. El Zaragoza gobernó en el tramo inicial el choque hasta que se disolvió como un azucarillo.
Y es que desapareció tras perder el control del balón, ya que Bedia, muy pitado en su regreso al Tartiere, y Cani se esfumaron, Ros lleva un tiempo saliendo a jugar con las botas cambiadas y lo de Xumetra es ya más que un Expediente X. Da igual que esté lesionado o recuperado, pocas veces aporta algo destacable. Ayer, en su retorno al once, nada.
Así que el Oviedo, necesitado de ganar para volver al playoff, no tardó en lanzarse hacia Ratón, que mostró que era su día en una salida ante Carlitos. Más tarde, en el minuto 24, lo hizo ante Toché después de que la defensa zaragocista hiciera una hilarante comedia donde José Enrique, con un despeje impropio, fue el actor principal que propició el remate de Nando y el posterior de Toché. Es inexplicable la forma de jugar de José Enrique en el eje de la zaga y los peligros que genera por esa falsa sensación de superioridad ante los rivales.
ACOSO OVIEDISTA / El final de la primera parte se convirtió en un despropósito del Zaragoza, al que le quemaba el balón y aguantaba la tormenta del Oviedo gracias a su portero, de nuevo decisivo ante un disparo de Christian Fernández y en una falta peligrosa de Susaeta. Aún sacaría otro remate de David Costas tras un córner y un nuevo intento de falta, esta vez de Carlitos. Curiosidades del fútbol, el Zaragoza pudo marcar sin merecerlo en un saque de banda de Cabrera que prolongó Edu Bedia y que Ángel, siempre despierto, cabeceó para la buena parada de Juan Carlos.
No cambió la decoración en la segunda parte, que empezó con la enésima parada de Ratón, esta vez al disparo de falta de Susaeta. Buscó entonces Láinez más respuesta física con Edu García y Pombo en lugar de Bedia y Cani y los cambios, al menos, mejoraron esa parte. En lo futbolístico, eso sí, no se mejoró apenas. El Zaragoza siguió jugando a nada y el Oviedo daba sensación de peligro. Toché, a pase de Nando y error de marcaje de José Enrique, se encontró con el corte de Cabrera y Michu, apuesta en los cambios de Hierro junto a Berjón para buscar el gol, cabeceó mal un buen centro de Erice.
Láinez respondió con la entrada de Lanzarote por un acalambrado Xumetra y el Zaragoza dio la impresión de dar un paso adelante. Sin embargo, Linares, la última bala de Hierro para marcar, tuvo el gol, pero definió mal ante Ratón y después la entrada sin explicación del delantero oviedista le ocasionó la primera amarilla al meta por perder tiempo pidiendo las asistencias.
El Zaragoza no quiso jugar en la prolongación, no veía la hora del final del partido y de sumar ese punto y una pérdida de José Enrique trajo la ocasión de Saúl, que mandó al limbo. Una oportunidad que fue el preludio de la segunda amarilla a Ratón, que no perdía tiempo sino que levantaba a Edu García. Lanzarote acabó en la portería y el meta gallego en la ducha, pero fue el héroe indiscutible en el Tartiere.

FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

sábado, 13 de mayo de 2017

Sin dejar de sufrir: R.Zaragoza 1 - Cadiz 1



Un gol de Aitor en los últimos minutos hace que vuelen dos puntos para un Zaragoza reincidente en sus errores.

El valor del punto ante el Cádiz que tuvo forma de jarro de agua fría tras el enésimo fallo de inconsistencia del Real Zaragoza se verá hoy, en función de lo que hagan los cuatro equipos que suman 42 puntos y de los que ayer se quedó con cinco de renta cuando tenía la victoria en la mano. Otra vez un gol en el tramo final, otra vez una renta a la basura, la que propició el gol de cabeza de Ángel, el único que marca en este Zaragoza, donde el canario es la tabla de salvación. Pero llegó el zapatazo de Aitor tras un mal despeje de José Enrique y supuso el empate y que el sufrimiento continúe, en una temporada que es una agonía permanente.

No es casualidad que al Zaragoza se le repita tantas veces la misma historia. Lo dijo César Láinez tras el partido, él lo vio desde fuera como técnico del filial y ahora lo padece en primera persona, porque este equipo no sabe jugar los últimos minutos y en las rectas finales es más que vulnerable por su escasa capacidad física. Ayer, tras alejar al Cádiz de su área en la segunda parte, se empeñó en cometer faltas para dar opciones al rival. Una de ellas la aprovechó el enemigo con un buen disparo de Aitor para que volaran dos puntos que suponían un paso de gigante para la salvación. Ahora se queda en un pasito, aunque veremos a ver qué pasa hoy con sus enemigos.
El Zaragoza y el Cádiz firmaron, eso sí, un partido abierto en el que el intercambio de golpes quizá hizo justo el empate, aunque tampoco habría sido inmerecida la victoria del equipo zaragocista, aunque en esta temporada, por faltar, también se echa de menos la suerte, porque cuando la moneda puede salir cruz termina por quedarse así.
Con Feltscher como novedad en el once en el lateral derecho para tapar a Álvaro García y con el 4-1-4-1 habitual saltó el Zaragoza, que casi sin romper a sudar tuvo una clarísima ocasión de Ángel, tras gran pase de Edu Bedia, que desbarató Cifuentes. Con una Romareda enganchada y enchufada, el equipo no tardó en empezar a notar la ansiedad y la necesidad de los puntos.
El Cádiz, bien situado y trabajado y con la amenaza de Álvaro en la banda, al que Feltscher tardó en atar por la velocidad, y de Aketxe en la estrategia, empezó a tener bajo control el partido, aunque el balón era más para el Zaragoza, que se perdía en imprecisiones, sobre todo en las zonas decisivas, donde ni Javi Ros, ni Lanzarote, que casi nunca se va de nadie, ni Pombo, mucho más activo, pero sin suerte, surtían de balones a Ángel. Solo Bedia brillaba, ya que volvió a habilitar a Ángel, pero el disparo del canario fue demasiado flojo.
El Cádiz amenazó con una llegada de Álvaro García y con un disparo de falta lejano de Aketxe donde Ratón empezó a mostrar algunas dudas en un partido irregular del meta, que sí atajó el cabezazo de Álvaro tras una buena combinación con Salvi y Aketxe.
El partido estaba muy igulado, con el Zaragoza sin poder amenazar demasiado pero con un Cádiz que guardaba la ropa y buscaba salir a la contra. Al equipo de Láinez le costaba una barbaridad generar peligro, pero un taconazo de Bedia habilitó a Pombo, que asustó a Cifuentes justo antes que un saque rápido de falta sobre José Enrique pillara a toda la defensa gaditana dormida para que Ángel anotara de cabezazo a bocajarro su gol 21, una auténtica barbaridad, y pusiera en ventaja a su equipo justo en la última jugada antes del descanso.
REACCIÓN VISITANTE / Quiso dar Cervera un paso adelante tras el descanso con Abdullah primero y con Güiza poco después para pasar a jugar con un 4-4-2. Había pocas noticias al menos de Ortuño, al que solo se le vio en una jugada que terminó en el disparo de Aketxe que despejó con apuros Ratón. Después, un mal pase de Zapater propició la gran ocasión del rival. Álvaro García aprovechó su velocidad para plantarse ante el meta, que dudó en su salida. Feltscher apagó el fuego.
Láinez se jugó la carta de Xumetra y el Zaragoza, poco a poco, fue quitándose la presión del Cádiz, alejándolo del área. Pombo, tras un error de Aridane, el peor de una zaga floja, y José Enrique, en un córner, pudieron cerrar el pleito. No lo hizo el Zaragoza, que buscó cambios defensivos con la entrada de Isaac primero y de Barrera después. Cervera se la jugó con Aitor para que Álvaro pasase a ser lateral en una banda izquierda muy ofensiva.
El Zaragoza no vivía ocasiones de peligro del rival y La Romareda cantaba el himno para ayudar, pero queda dicho que este equipo siempre encuentra argumentos para dar vida al enemigo. Lo hizo en un mal despeje para que Aitor pegara el enésimo golpe en casa a un Zaragoza que ya ha dejado escapar 28 puntos en su feudo y que tuvo una última ocasión donde Xumetra no acertó para que el sufrimiento siga.

FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

lunes, 8 de mayo de 2017

Perdidos en la red: Reus 1 - R.Zaragoza 0

Un frágil Zaragoza cae ante un Reus ordenado y superior como bloque y vuelve a mirar con temor al descenso.

El Real Zaragoza sumó en Reus su segunda derrota consecutiva con César Láinez y vuelve a mirar con cierto temor al descenso. Quedan cinco jornadas, la renta es de cuatro puntos y ahora vienen enemigos de la zona alta, empezando por el Cádiz. Soltó un mal partido el Zaragoza en el Estadi Municipal, donde tuvo el balón, pero se fue diluyendo como un azucarillo, perdido en la red del rival, un equipo recién ascendido y de escaso presupuesto pero muy bien trabajado por Natxo González, más que probable nuevo entrenador del Zaragoza el próximo curso y que ayer demostró cuáles son sus argumentos para formar un buen bloque. El Reus, que ha encajado 25 goles y ha dejado su portería a cero en 16 choques, fue un jeroglífico indescifrable para los de Láinez.
La derrota aumenta la sensación de jarro de agua fría que ya supuso caer ante el Getafe, pero esta vez las sensaciones fueron peores. Al Zaragoza le da para lo que le da y, aunque es verdad que Láinez lo revitalizó, tiene males endémicos. Con el técnico es más competitivo, pero mantiene su fragilidad atrás, sobre todo en los costados, y tiene alarmantes bajones físicos y de consistencia.
Buscó Láinez la sorpresa con la entrada de Samaras por detrás de Ángel para que Ros y Zapater formaran el doble pivote, un retoque táctico (4-4-2), con Lanzarote y Pombo en los costados, que permitió que el Zaragoza mandara en los primeros compases, donde una buena llegada de Isaac, tras jugada de Lanza y un disparo de Ángel examinaron a Badía, que también demostró el porqué de su gran temporada.
Los movimientos interesantes de Samaras y la conexión entre Lanza e Isaac, de nuevo y van muchas veces mejor en ataque que en defensa, donde ganarle la espalda es muy sencillo, acompañados de una presión adelantada supusieron vías para encontrar la portería rival y Ros, a pase de Zapater, tuvo la mejor ocasión.
Sin embargo, el Reus fue sellando engranajes y su fortaleza como bloque se terminó por imponer. Folch cogió la batuta, Vitor Silva ganó protagonismo y Querol y Alberto Benito empezaron a desequilibrar. El lateral izquierdo, a pierna cambiada, fue un dolor de cabeza todo el partido, un jugador al que el Zaragoza lleva meses queriendo fichar. Otro que demostró los motivos. Un disparo del propio Benito despejado con apuros por Ratón fue el preludio del gol del Reus. Lanzarote se olvidó de Vitor Silva, Máyor le ganó la espalda a Marcelo y Querol, a bocajarro, se adelantó a Cabrera para marcar. Es difícil más errores en una jugada.
Querol, autor de cuatro goles con el Llagostera en Palamós en aquella noche negra, agrandó su leyenda y empezó a ser una pessadilla para un endeble y alocado Cabrera. En el último cuarto de hora del primer acto el Zaragoza quedó muy expuesto a la espalda de la defensa, lo que no aprovechó el Reus, y solo Samaras, con un remate a centro de Ángel, generó algo de peligro.
CAMBIOS OFENSIVOS / Láinez se jugó la carta de Cani por un desaparecido Pombo y la idea era juntar talento con Samaras y Lanzarote en la mediapunta para romper la red local. El plan no funcionó. Ni de lejos. El Zaragoza solo tuvo un cabezazo de Ángel y empezó a romperse como equipo, sin que Ros, fallón todo el partido, ni Zapater, que no podía tapar tantas vías de agua, lo evitaran.
El partido se puso para que una contra del Reus lo finiquitara, pero el conjunto catalán tiene un claro déficit en el gol. Querol le ganó la espalda a Cabrera y falló el gol con todo a favor. El Zaragoza necesitaba darle un giro al pleito y Láinez lo buscó con Xumetra porque Lanzarote ya andaba al borde del ataque de nervios y peleado con todo el que pasaba a su lado.
No cambió nada con el relevo y solo un remate de un ya agotado Samaras a centro de Xumetra inquietó a Badía. El balón era del Zaragoza, pero el Reus se defendía con orden y sin apuros, mucho menores con los cada vez más frecuentes envíos aéreos del Zaragoza, donde Olmo y Melli fueron dos rocas. Vitor Silva, tras una contra de manual con asistencia de Benito, tuvo el 2-0 y Láinez se jugó ya el todo por el todo con Edu García por Ros para juntar cinco futbolistas de ataque.
Pero solo una llegada de Ángel a pase de Xumetra pudo alterar el rumbo, aunque el canario tampoco estaba fino ayer. El Reus, con los cambios desde el banquillo y su buen posicionamiento, dejó que el reloj corriera, sumó el primer triunfo de local en la segunda vuelta, dio un paso de gigante para salvarse y metió el miedo a un Zaragoza que, por si fuera poco, perdió a Cani por una roja por protestar con vehemencia ante un López Amaya al que no mejoran los partidos. Sigue siendo un pésimo árbitro. Fue el final de un partido en Reus para olvidar.
FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)